Cualquiera que mire la clasificación de la Liga ve inmediatamente una anomalía: el Sevilla está más cerca del descenso que de las copas de Europa, el título está fuera de discusión. ¿Cómo y por qué? ¿Por qué los múltiples ganadores de la Europa League han acabado luchando en la mediocridad de mitad de tabla, temiendo incluso el descenso? ¿Qué ha pasado?
El Sevilla es lo que los aficionados llaman un cuchillo que cae. Un equipo que se cae a pedazos, pero si no lo agarras bien te cortarás, perderás. Último resultado: empate a uno con el Vallecano después de ir ganando desde el minuto 30. No sirve.
El Sevilla ha tenido una primera vuelta absolutamente desastrosa, y las explicaciones están en las decisiones deportivas (equivocadas) y en el balance (positivo). La temporada pasada, el Sevilla tenía la mejor defensa de España, con dos centrales excepcionales, Kounde y Diego Carlos.
Monchi, el técnico artífice de los grandes equipos del Sevilla de la última década vendió a los dos a la vez. El club tenía mucho dinero, pero el equipo se encontró con un agujero imposible de llenar en defensa. El Sevilla lleva toda la temporada temblando ante los ataques rivales (como el domingo ante el Rayo, que no es precisamente un equipo ofensivo). Se ha vuelto vulnerable y capaz de encajar goles de cualquiera, en cualquier sitio.
Una zona gris
Sin embargo, todo el partido contra el Rayo lo anunciaba, el periodo oscuro está llegando a su fin. Comienza una zona gris. El Sevilla se recupera, aún ha encontrado ritmo, se han entendido los errores, se ha reforzado la defensa. La temporada está comprometida y el cuchillo ya no está en caída libre. Quien apueste contra el Sevilla a partir de ahora se equivoca de camino. Lo dicho: los andaluces han entrado en una zona bastante gris.
En cambio, el Valencia sigue con su mala serie que continúa malas temporadas con finales entre el 9º y el 13º. El Valencia lleva años sin brújula y no debería sorprender a nadie si lo vemos dentro de un año o dos o tres en Segunda División, en la segunda liga.
Se han desprendido de Gattuso, han traído a un entrenador especialista en paradas extremas, pero eso es a corto plazo. El Valencia no tiene horizonte, no tiene perspectiva, falta confianza en el club en que el equipo pueda volver a ser formidable. Antes de perder en el campo, todos los equipos del mundo pierden primero en la imaginación y luego en el vestuario. El Valencia necesita confianza en que puede remontar. La plantilla no es de Segunda, pero un equipo sin moral es un equipo sin cabeza. Si recuperan la confianza, recuperarán la energía, y si recuperan la energía conseguirán resultados. Si no, quien apueste contra el Valencia seguirá teniendo una buena mano.
