Bastó que el PSG perdiera en Rennes para que surgiera un culpable: Neymar Jr. ¿Cómo y por qué?
Algo pasó en Francia en las últimas semanas. Algo importante, aunque previsible. El PSG es por ahora líder de la Ligue 1. El Lens viene de atrás y puede superar al PSG a las primeras de cambio, sobre todo porque ni Mbappé, subcampeón del mundo, ni Messi, su campeón, han encontrado su ritmo desde el final del Mundial. Y mucho menos Neymar Jr.
El Lens sólo tiene tres puntos que recuperar, e incluso el Marsella puede aspirar al título con sólo cinco puntos que recuperar.
Realmente hay todas las razones del mundo para que los parisinos entren en sesión, analicen y quizá vean lo que todo el mundo está viendo, excepto la dirección golpeada por una ceguera voluntaria.
Vagancia
El brasileño ha vuelto a ser el de antes de los Meses Mundiales: aletargado, cruzando el césped como dormido, sin recuperar balones, perdiendo la pelota con facilidad y lanzándose en algunas fases fulgurantes que no van a ninguna parte. No ayuda al equipo.
Y entonces todos los dedos acusadores apuntaron naturalmente hacia él: utilizó el PSG para prepararse para el Mundial, ya no le importa, nunca le importó – no le importa el club, juega a juegos de ordenador y consola toda la noche o peor, tiene una vida nocturna desordenada, no es serio, no entrena, es tóxico en el vestuario, su influencia es negativa, es un talento desperdiciado, corrompe a los jóvenes hacia la despreocupación y el libertinaje.
Al banquillo
Neymar Jr. ya no es un niño. Es un jugador de 30 años que debería haber dejado algo en su carrera y que, salvo un par de temporadas en las que estuvo arrastrado por Messi y Suárez en el Barcelona, no ha dejado más que decepción por no haber hecho más.
En Francia recibía camiones llenos de dinero y jugó poco cuando y como le apetecía. Y luego está el mes de Carnaval en Río, cuando, tradicionalmente, Ney se lesiona y no puede jugar, apenas encontrando fuerzas para tocarse la barriga con una samba. No hay nada que lamentar.
Neymar Jr. es el típico ejemplo de burlarse de las propias fuerzas. Notable sólo ha sido en las barberías.
Al mismo tiempo, sus números esta temporada siguen siendo magníficos. Tanto es así que todo ocurrió antes del Mundial, cuando Ney estaba motivado por la ilusión de que Brasil pudiera convertirse, con él al mando, en campeón del mundo por sexta vez. Ahora, desmotivado, Neymar Jr. está a la deriva y quizá lo mejor que podría pasarle a él y al equipo sería sentarse de vez en cuando en el banquillo. Quizá no sea demasiado tarde, ahora en su duodécima hora, para que entre en razón por algún milagro.